El misterio pascual: la encarnación, pasión, muerte y resurrección de Jesús
Lecturas de las Escrituras
Éxodo 3,7-8
Salmo 16,5.7.10-11
Filipenses 2,5-11
Lectura Patrística
De la tradición latina
Dios Padre, por su inmensa misericordia, envió a su Verbo creador, el cual, al venir para salvarnos, estuvo en los mismos lugares, en la misma situación y en los mismos ambientes donde nosotros habíamos perdido la vida. Y rompió las cadenas que nos tenían prisioneros. Apareció su luz e hizo desaparecer las tinieblas de la prisión y santificó nuestro nacimiento y abolió la muerte, desligando aquellos mismos lazos que nos habían encadenado.
– Ireneo de Lyon [c. 135-198], Demostración de la predicación apostólica, 38
Para reflexionar
1. Sabemos que todos moriremos. ¿Cómo cambia la creencia en Jesús, que destruye la muerte, el modo en que abordamos la realidad de la muerte?
2. “Dios se deja empujar fuera del mundo en la cruz. Él es débil e impotente en el mundo, y esa es precisamente la manera, la única manera, en la que está con nosotros y nos ayuda”. (Dietrich Bonhoeffer)
3. Como Resucitado, Jesús está con nosotros hasta el fin de los tiempos. ¿De qué manera te anima su compañía en tu vida diaria?
Oración
℟ Gloria y alabanza a ti, oh Señor
Bendito seas, oh Cristo, Primogénito de toda la creación:
coronado de gloria y honor. ℟
En tu nombre se doblará toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo,
y toda lengua proclamará que tú eres el Señor. ℟
Alegrémonos y cantemos alabanzas a ti, oh Cristo, amado Hijo del Padre:
tú eres el Resucitado, nos llamas a vivir en ti. ℟
Te adoramos, te glorificamos, porque tú eres Rey de reyes y Señor de señores:
has abierto para nosotros el reino de los cielos. ℟
Te damos gracias en todo momento y bendecimos tu Nombre:
tú estás con nosotros siempre, hasta el fin del mundo. ℟
Oremos:
Señor, Dios nuestro,
al glorificar a tu Hijo Jesús, nos has librado de la muerte.
Por su resurrección,
despierta nuestros corazones adormilados,
ilumina a todos lo que te buscan
y haz que la estrella de la mañana brille sobre nosotros,
que es Jesucristo, el Viviente,
Señor por los siglos de los siglos. AMÉN.
Lecturas patrísticas alternativas
De la tradición griega
El Salvador bajó a una tierra inmisericorde para el ser humano. Él sufrió plenamente nuestras pasiones, antes sufrió la cruz y se dignó tomar nuestra carne. Porque si no hubiera sufrido, no hubiera podido habitar en medio de esta vida. Primero sufrió, luego descendió y se dejó ver. ¿Cuál es esa pasión que sufrió por nosotros? La pasión de la caridad.
– Orígenes de Alejandría [c. 185-254], Homilías sobre Ezequiel, 6:6
De la tradición siríaca
El cuerpo te agradece haber sido salvado por tu humillación. Como a oveja descarriada, el león le tendió una emboscada para desmembrarla, y el pecado, a escondidas, fue la bestia que la despedazó. David se preservó mientras salvó la oveja. En lugar de nuestro cuerpo, entregaste tu cuerpo a esa muerte que nos devoró, aunque sin ser saciada.
– Efrén de Nisibis [c. 306-373], Himno sobre la virginidad, 37:5