Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Día 3

Ene 17, 2025 | Noticias

La encarnación del Hijo

Lecturas de las Escrituras

Jeremías 33,14-16

Salmo 72,7.12.16-17

Juan 1,1-14

Lectura Patrística

De la tradición armenia

Tomó sobre sí todas las pasiones humanas, excluyendo el pecado. Es decir: pasó hambre el que alimenta a todos los vivientes. Pasó sed el que da el agua de la vida a todos los creyentes. Sintió cansancio el que es descanso de todos los fatigados. Durmió el que siempre mantuvo a Israel vigilante. Lloró el que enjugó las lágrimas de todos los ojos … Él tomó nuestro cuerpo sufriente, de manera que el impasible padeciera con un cuerpo sufriente, y el inmortal muriera con cuerpo mortal para liberarnos a nosotros, que somos culpables.

– Gregorio de Skevra [siglos XII/XIII], Sobre la fe auténtica y la conducta pura en las virtudes, 15-17

Para reflexionar

1. ¿De qué manera la fe en Jesús, el Hijo de Dios encarnado, inspira y configura nuestras vidas?

2. ¿Cómo has experimentado la presencia consoladora de Cristo en tu vida?

3. Dondequiera vemos a un sediento, un hambriento, alguien que llora o sufre, ahí Cristo está presente.

Oración

℟ Gloria a ti, oh Cristo. ¡Gloria a ti!

Palabra de Dios, te hiciste carne, y viniste a habitar entre nosotros.

Has compartido nuestra vida en todas las cosas;

has muerto como todos morimos. ℟

Hijo de David, esperado por los justos y los profetas,

has anunciado la Buena Nueva a los pobres;

has proclamado el tiempo de gracia del Señor. ℟

Viniste a romper las cadenas de la esclavitud;

pasaste haciendo el bien;

abriste para todos el camino hacia Dios. ℟

Viniste al mundo en la debilidad y la pobreza;

has confundido a los soberbios con tu humildad;

has llevado a ti a los cansados y agobiados.

Tú eres el Cordero de Dios y nuestro Pastor,

el Siervo de Dios y nuestro Señor:

te hiciste pecado por nosotros, nuestro Redentor.

Oremos:

Señor Dios, Padre nuestro,

haz que fijemos nuestros ojos en ti

para que caminemos juntos

de las tinieblas a la luz de tu rostro,

que se nos revela en Jesús,

tu Hijo y hermano nuestro,

que vive contigo y con el Espíritu Santo

ahora y por los siglos de los siglos. AMÉN.

Lecturas patrísticas alternativas

De la tradición siríaca

Ahora que las criaturas más altas y bajas se han hecho una sola cosa, ya no se distingue más entre lo alto y lo bajo. Dios, al aparecer en la tierra, ha hecho que nuestra naturaleza (humana) ascendiera al cielo. Cuando Dios descendió a nosotros, la tierra se convirtió en cielo, y cuando el Hijo de nuestra misma especie resucitó, el cielo se convirtió en tierra. Entonces el cielo y la tierra llegaron a ser una sola cosa.

– Abdisho bar Bahriz [siglo IX], Comentario a las celebraciones de la Iglesia, p. 58

De la tradición griega

Esta es la gracia del Señor, y estos son los medios del Señor para la restauración de los hijos de los hombres. Porque él padeció para preparar la liberación del sufrimiento a todos los que sufren en él. Descendió para levantarnos. Él experimento en sí mismo el ser concebido, para que amáramos a quienes no han sido engendrados. Él descendió a la corrupción, para que la corrupción se revistiera de inmortalidad. Él se hizo débil por nosotros, para que pudiéramos levantarnos con vigor. Descendió a la muerte para concedernos la inmortalidad y para dar vida a los muertos. Finalmente, se hizo humano, para que nosotros, los que morimos como seres humanos, pudiéramos vivir de nuevo, y la muerte ya no reinara sobre nosotros.

Atanasio de Alejandría [c. 295-373], Cartas festivas, 10:8, 19

 

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