Dios es comunidad, nuestro origen está en la comunidad, somos hijos e hijas de algo mayor, en nuestro corazón están esas palabras que vienen del Espíritu, en nuestro cuerpo está la obra del Padre y en nuestra oración está Jesús que muestra el camino, la verdad y la vida.
Hay una fuerza en nosotros que nos hace construir y defender a la comunidad, una comunidad que incluye a ser humanos, pero también a la creación, al origen y las raíces. Eso vemos en los apóstoles frente al Sanedrín y el sumo sacerdote. Es esa fuerza que les hace enseñar en nombre de Jesús, denunciar su muerte injusta y vivir en comunidad.
Estamos hermanados por la fuerza del Espíritu, por eso nos duelen las muertes de personas y la destrucción de la propia creación. Todos somos hijos de Dios, queremos lo mejor para cada uno. Por eso nos duelen las muertes de nuestros hermanos migrantes en Ciudad Juárez o la tala de los bosques.
En la madrugada del 22 de marzo me llegó la noticia de que Noel Portillo, responsable del asesinato de los padres Joaquín y Javier había sido asesinado, hubo una tristeza, esa no es la justicia que buscamos, no podemos alegrarnos con la muerte de un hijo de Dios, más bien fue un llamado a redoblar esfuerzos en la construcción de condiciones de paz.
Las personas crecen imitando a otros, el niño imita a su papá, la niña imita a su mamá, así van construyendo su personalidad, ¿a quién imitó Noel Portillo? ¿Por qué lo sedujo la violencia? ¿Qué vacíos había en su corazón que le hizo llenarlo con armas y poder? ¿Quién le enseñó a ser familia o ser papá?
Hay tanta sangre que corre por el país, son tantos los territorios gobernados por hijos sin padres, que es necesario reflexionar juntos sobre la nación que tenemos y que queremos. Por eso hoy más que nunca necesitamos recordar que somos comunidad, que nos necesitamos, que el otro soy yo, que nadie puede quedar marginado, que todos son importantes, y que necesitamos de mucha humildad para reconocer que necesito del otro y por eso es fundamental tener empatía, saber escuchar, saber dialogar, saber consensar, saber tomar acuerdos y saber resolver conflictos.
Dios ya está construyendo comunidad con nosotros, está construyendo familia, por eso necesitamos detenernos y escuchar su palabra, ahí está como un trabajador dando lo mejor de sí para cada uno de nosotros, eso lo vemos en las familias, en los barrios, en las iglesias, en los trabajos o en los gobiernos.
A ejemplo de los apóstoles, ante la muerte de Jesús, nuestro anuncio es de esperanza, mostrando la vida que surge a partir del asesinato de los padres Joaquín y Javier, por eso estamos impulsando los conversatorios por la paz, donde se conversan las heridas que ha dejado la violencia y se abren caminos para la paz; estamos por iniciar los foros justicia y seguridad, que recuperará las buenas prácticas de seguridad ciudadana, de justicia cotidiana y reconstrucción del tejido social en cada uno de los estados del país, y así llegar al Diálogo Nacional por la Paz, a realizarse del 21 al 23 de septiembre en Puebla, donde se construirá una agenda nacional por la paz que oriente la acción en los próximos años.
En este Diálogo Nacional por la Paz van a participar todos los sectores: iglesias, empresarios, gobiernos locales, académicos, jóvenes, mujeres, migrantes, indígenas, organizaciones sociales y víctimas de la violencia. Se tendrán paneles que ayuden a comprender la realidad que vivimos y foros sobre buenas prácticas de seguridad ciudadana, justicia cotidiana y reconstrucción del tejido social. Así tejeremos una agenda y una red para construir condiciones de paz en México. Una propuesta a construirse desde la diversidad y la esperanza. Somos comunidad, somos hermanos, todos nos necesitamos, juntos abriremos caminos de paz. Nos encomendamos a sus oraciones.