Ceremonia de nombramiento Rectoría IBERO Puebla

Ago 7, 2025 | Discursos

—Dr. Alejandro Guevara Sanginés


1.- Saludo

Saludo con profundo respeto y aprecio:

Al Dr. Luis Gerardo Moro, Superior Provincial de la Compañía de Jesús en México.

Al Mtro. Mario Patrón, Rector saliente.

A la Mtra. Lorena Giacomán, Asistente para Educación de la Compañía de Jesús.

A mis colegas rectores del Sistema Jesuita y del Consorcio en Puebla, autoridades universitarias, gubernamentales, eclesiásticas y de la sociedad civil.

Al conjunto de la comunidad universitaria, la academia, los estudiantes, colaboradores, familiares y amistades.

Y saludo especialmente a Lore, Jacinto y Nuri a quienes siempre llevo en el corazón.

 

2.- Agradecimiento

 

En efecto, hoy se llena de alegría mi corazón, y lo primero que nace de él, es el deseo de expresar un enorme agradecimiento por la confianza depositada en esta noble encomienda.  Vaya mi gratitud para el Padre Provincial, a la Junta de Gobierno de la Universidad, y los Patronatos de la Universidad por la confianza depositada en mí.  Va mi gratitud para con los colaboradores y en general a la comunidad universitaria de la Universidad Iberoamericana Puebla por la fraterna y cálida recepción brindada en estos pocos días de intensa inmersión.  Gracias Mario por tu fraternal bienvenida y acompañamiento. A todas y todos ustedes un fuerte y sincero “gracias”.

 

3.- Los retos

 

Imaginen que de pronto tienen bajo su responsabilidad la formación de casi 6,000 almas jóvenes y la coordinación de más de 1,000 personas colaboradoras.  Resulta un tanto atemorizante el peso de la responsabilidad que ello conlleva, pero, entusiasma el tremendo potencial de la encomienda.  Imaginar todo el bien para el mundo que se puede materializar formando a mujeres y hombres para los demás, es en extremo motivante.

 

Afortunadamente, la junta de gobierno ha marcado el rumbo de aquellos elementos que prevé como más relevantes a partir de la Propuesta de visión de futuro y del documento sobre los Retos de la Rectoría para el periodo 2025-2029.

 

Son 21 recomendaciones que, amalgamadas con las ocho líneas fundamentales compartidas previamente por el Padre Provincial, se sintetizan en los siguientes puntos:

 

  1. Proyección institucional y ejecución de apuestas estratégicas al 2030.
  2. Innovación educativa, excelencia académica y reforzamiento del posgrado y la investigación con pertinencia social.
  3. Identidad y formación Ignacianas.
  4. Formación de un profesorado y personal comprometido.
  5. Fomento de una gran comunidad, incluidas las preparatorias y las obras de acción social, con énfasis en el cuidado mutuo y el respeto a las diversidades.
  6. Compromiso social en el sur-sureste con los distintos sectores: social, académico, productivo y gubernamental.
  7. Posicionamiento estratégico y matrícula.
  8. Viabilidad financiera y reingeniería organizativa.
  9. Voz en favor de la dignidad de las personas en la región.
  10. Apuesta por la internacionalización.
  11. Entender, conocer, acompañar y amar a nuestro estudiantado. (Este último de mi cosecha)

 

Sin embargo, si pudiera condensar en uno solo, el reto que tengo por delante, lo plasmaría como “Poner todo mi empeño, mi intelecto y mi entusiasmo en integrar y motivar equipos de trabajo en los que podamos potenciar los talentos de cada persona y, desde allí, impulsar una COMÚN-UNIDAD al servicio de los demás”.

 

3.- Contexto

 

El profundo sentimiento de agradecimiento por la nueva encomienda va acompañado por un segundo sentimiento de desconcierto. Dicha confusión nace a distintos niveles en mi persona, tanto en esta nueva faceta como rector entrante, como ciudadano de a pie. Confusión que habita mi mente y mi corazón al reconocer que vivimos un mundo plagado de contrastes.

 

Es un mundo en donde la belleza que nos rodea es sobrecogedora, de tal suerte que, si por un momento cerramos los ojos y hacemos conciencia de ésta, surge en nosotros una fuerte pulsión por agradecer. Es el Laudato Si’ del pequeño de Asís, es el amanecer cada día agradeciendo por el milagro de la vida.  De todas las formas de vida, la propia y de todas las creaturas con las que coexistimos y compartimos esta preciosa casa común.

 

Pero la confusión surge cuando reconozco que esta belleza cohabita permanentemente con el terror.  Con las absurdamente persistentes guerras genocidas y fratricidas. Con la violencia ejercida en todos niveles y con la discriminación en todas sus formas. El deterioro causado por la codicia y el egoísmo y, en palabras del Jesuita Adolfo Nicolás, la globalización de la superficialidad. Es una realidad que nos interpela continuamente y, a veces, nos hace derivar hacia el congelamiento y la desesperanza.

 

Por ello, cuando uno tiene enfrente esta realidad contrastante y enfrenta el enorme reto de formar a las juventudes, es imperativo constituirse en roca firme y no dudar. Porque la brújula que nos orienta son nuestros principios y fundamentos que, como instituciones educativas confiadas a la compañía de Jesús, hemos forjado de manera adaptativa a lo largo de casi cinco siglos.

 

¿Pero cómo proceder? Cuando en 2023 el Papa Francisco se reunió con cerca de 200 rectores de universidades de América Latina en una iniciativa para destacar la formación integral y el cuidado de la casa común, lanzó el siguiente desafío: “no basta con proclamar la esperanza en medio de este mundo roto.  Es necesario organizarla”.  Y en efecto, hay que “organizar la esperanza”.

 

Para ello, resaltó, “hay que utilizar la cabeza, el corazón y las manos”:  Cabeza para pensar, corazón sentir y manos para actuar.

 

Desde mi perspectiva, la esperanza va organizándose y construyéndose a base de erigir 4 grandes puentes.

 

4.- El primer puente, con uno mismo:

 

El puente con uno mismo pasa por reconocer esa luz en mí.  Quién soy, cuáles son mis defectos y mis talentos, qué hago con ellos y con qué propósito vital.  Es reconocer que, solo SIENDO Luz, puedo DAR Luz y puedo RECIBIR esa Luz.  En esta universidad somos muchos, pero al mismo tiempo somos uno, al sabernos unidos compartiendo esa Luz en una grandiosa misión común que es el servicio a los demás en el ámbito de la formación.

 

Una vez erigido este puente fundamental, el sentido nace conectando nuestro interior con la gran misión que abrazamos individualmente.  Cuenta la leyenda que un peregrino caminaba por un sendero y se topó con tres trabajadores de la construcción… Ante la pregunta de ¿Qué hace usted?

 

El primero espontáneamente contestó: “Yo pongo ladrillos” …

El segundo con certeza contestó: “Yo estoy haciendo una pared” …

El tercero, tomó un momento y con gran orgullo replicó: “Yo construyo la más hermosa de las catedrales para que todos podamos tener un refugio de encuentro luminoso con nuestro Creador” …

 

Por tanto, conocimiento de uno mismo y conciencia de la misión son los elementos que nos proveen fundamento, sentido y realización en nuestro trabajo.

 

5.- El Segundo puente, con los demás:

 

En esta era de calentamiento global y del enorme sufrimiento que de éste se deriva, se hace evidente que todo está y todos estamos interconectados, y, por consiguiente, nadie se puede salvar solo.  Todos necesitamos de todos para salvarnos como humanidad.  Y es sólo gracias a la conexión con los demás, a través del esfuerzo conjunto, la empatía y la solidaridad, que formando comunidad podemos salir adelante.  Y aquí tenemos mucho que aprender de nuestros pueblos originarios.

 

En nuestro modo de proceder universitario hay dos formas claras de tender esos puentes con los demás.

 

La primera es acompañar a las juventudes en el camino – Es decir en la creación de un futuro esperanzador.  Con un tipo de pedagogía que tiene como núcleo, el profundo conocimiento de las personas y el amor hacia ellas.  Es un tipo de pedagogía que cifra su valía en ser modelo de lo que se busca enseñar.

 

La segunda forma es caminar con los excluidos – Caminar junto a los pobres, los descartados del mundo, los vulnerados en su dignidad en una misión de reconciliación y justicia.

 

Esta forma puede conectarse con la primera, ya que en esta era de post-verdad y postpandemia ha quedado un enorme vacío existencial en muchos de los jóvenes.  Si tan solo ellos pudiesen canalizar su energía, talento y creatividad en algo que les dé sentido, ese hueco paralizante podría llenarse.  Por eso, los proyectos como Casa Ibero, servicio social de inserción en áreas marginadas y las prácticas profesionales en contextos solidarios se vuelven fundamentales.  Además, generan experiencias fundantes que transforman vidas.

 

Por otro lado, a nivel macro, como economista puedo entender que el camino para el abatimiento del rezago social depende de un estado que cumpla con derechos mínimos de justicia y bienestar para todos, pero también que el rol del sector productivo es imprescindible, ya que el mecanismo más eficaz para la erradicación de la pobreza material es la generación de empleos dignos y justamente remunerados… pero para que ese mecanismo de transmisión ocurra, se requiere la formación de personas competentes, conscientes y comprometidas y yo diría, con un cierto grado de valentía.  Este es el centro de nuestra labor formativa y la mística ignaciana que hemos heredado y que debemos proyectar.

 

En este sentido el mensaje es claro: Nadie puede dar lo que no tiene, y por ello el énfasis en la calidad académica rigurosa y la formación integral es imprescindible en nuestra tarea.  Para ello parte de nuestros esfuerzos deberán estar dedicados al desarrollo de nuevas formas pedagógicas, adoptando los avances tecnológicos en la era de la información y de la inteligencia artificial, pero adaptándola con una ética clara que minimice los riesgos de la enajenación propia de nuestros tiempos.

 

Por tanto, el núcleo de nuestros esfuerzos debe ser dirigido a ello.  Desde mi perspectiva, en la tríada formación – investigación – vinculación, el círculo virtuoso comienza por el vértice de la formación.  Por ello, la investigación, incursionando en el conocimiento de frontera, abierto al mundo y a otros saberes, será mucho más relevante en tanto en cuanto nutra la labor formativa.  Y la vinculación, ya sea con el sector productivo, ya sea con el sector social, ya sea con el sector gubernamental, será relevante en tanto en cuanto formemos a las juventudes con un conocimiento relevante para la construcción de una sociedad más próspera, pero también más equitativa.  Nuestro gran laboratorio es la realidad.

 

6.- Tercer puente con la casa común:

 

Como nos enseña el pequeño de Asís, “Nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia y como una madre bella que nos acoge en sus brazos” y por ello estamos convocados a “Trabajar, con profundidad evangélica, en la protección y renovación de la creación”.

 

De ahí la importancia de la formación integral en las universidades, a reconocer que la crisis social del descarte y la explotación de las personas y la crisis de la degradación ambiental son dos caras de la misma moneda.  Es por lo que el pensamiento crítico, aunado a la acción responsable, se vuelve fundamental para la defensa y cuidado de nuestra casa común.

 

7.- Cuarto puente: con Dios o con lo Trascendente.

 

Este cuarto puente cierra el ciclo.  Somos polvo cósmico pero animado con un soplo divino, somos humus, y somos humanos.  Somos hermandad, somos todos en unidad con la creación, y hacernos conscientes cotidianamente de este milagro vital es reconectar nuestra alma con la trascendencia.  El discernimiento y los Ejercicios Espirituales son dos herencias vivas de nuestra tradición jesuítica.  ¡Abrevemos de ellas como el ciervo acude al agua viva del manantial!

 

Así pues, la invitación que les hago, querida comunidad, es que me acompañen para que, en los próximos años:

  • Juntos podamos construir puentes
  • Juntos podamos construir universidad, y que finalmente
  • Juntos construyamos la esperanza.

 

Muchas gracias.

 

San Andrés Cholula, 6 de agosto de 2025.