Incorporación de la Universidad Iberoamericana de Saltillo a la Ibero Torreón

Sep 24, 2023 | Noticias

— Gustavo A. González Castañeda, S.J.

Hoy es en un momento importante para la historia de la Compañía de Jesús en México y la universidad Iberoamericana de Torreón, pues hemos asumido trabajar en la continuidad de un proyecto formativo que de manera valiente y generosa un grupo de mujeres y hombres, inspirados en el legado formativo ignaciano, decidieron emprender hace algunos años.

 

Nuestra presencia educativa en Saltillo comienza en 1878 cuando se funda el colegio San Juan Nepomuceno, en donde además de ser un centro de estudios para alumnos internos y externos, constituyó, en palabras del padre José Gutiérrez Casillas, “el principal foco de cultura en el norte de la república”. En consonancia con la misión educativa de la Compañía “se pretendía un colegio que estuviera a la altura literaria de las mejores instituciones extranjeras”, lo cual habría de traer un inmensurable impacto en la vida social, cultural y política de Saltillo. No solo grandes personalidades se formaron en aquel recinto de estudios, sino miles de personas que, bajo el influjo humanista de la educación jesuítica, posteriormente colaboraron en el florecimiento social y comunitario del valle de Saltillo, y en general de gran parte del noreste del país.

 

Al hablar de la misión educativa de la Compañía de Jesús se utiliza el término “fidelidad creativa” para referir a que las instituciones jesuitas solo tienen pertinencia no si repetimos los esquemas que nos funcionaron en el pasado, aún menos si coadyuvamos a favor de restaurar las glorias pasadas, sino cuando nos hacemos cargo del momento histórico que nos tocó vivir. Los jesuitas asumimos que el seguimiento de Jesús se encarna en la historia, la cual, en la actualidad, no cabe duda, significa colaborar en la construcción de una sociedad más humana, solidaria, compasiva. ¿Por qué los jesuitas creemos en la urgencia de adscribirnos a un proyecto de humanización para nuestros tiempos? basta detenernos un momento y aguzar los oídos para escuchar los gritos de un pueblo lacerado por la violencia, la indiferencia y la fragmentación de la identidad debido un sistema socioeconómico que ha convertido todo en valor de mercado, incluyendo la dignidad humana.

 

Al señalar el resquebrajamiento del tejido social como origen y causa central de males tales como la violencia, la fragilidad de las instituciones, la falta de perspectivas de sentido en la juventud, el aumento de conflictividad como nunca antes en las relaciones familiares, laborales y sociales, lo que está de trasfondo es la consecuencia por la destrucción de la vida comunitaria en nuestra sociedad mexicana. Por esta razón, todos los planes de estudio, así como cualquier proyecto universitario han de tener como denominador común la conformación de espacios sociales que trasciendan el ideal de realización individual y se integren en ámbitos que, además de ofrecer identidad y sentido de pertenencia, brinden un servicio en favor del bien común.

 

En un mundo roto, nuestra tarea educativa es enorme. Sin embargo, no hay lugar para el desánimo cuando nuestra ilusión renace al formar parte de un proyecto noble y generoso. Octavio Paz refiere a esta ilusión cuando habla de la hermandad:

 

“Soy hombre: duro poco
Y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
Las estrellas escriben.
Sin entender comprendo
También soy escritura
Y en este mismo instante
Alguien me deletrea”.

 

Con humildad y buen ánimo, escribamos juntos esta nueva aventura educativa.

 

 

Gustavo González Castañeda S.J.

Director General del Medio Universitario, Universidad Iberoamericana de Torreón

Compartir: