Cincuenta aniversario de la Parroquia San José y Nuestra Señora de los Remedios

Ago 12, 2023 | Noticias

José Suárez Trueba, S.J.

Hace año y medio que llegué a la misión de Plátano y Cacao y cuando me presentaba en las comunidades les comentaba lo mucho que había oído del trabajo por aquí. Porque muchos de los jesuitas que pasaron en mi formación estuvieron en estos bellos lares. Guillermo Silva fue el primer jesuita que conocí, Manuel Solís fue quien me acompañó en mi proceso de candidato, Gordo Serra en el prenoviciado, Perre y Patacho en el noviciado, Leonel y Gonzalo en la primera etapa, Toño Ávila en el magisterio. Y ya en mi tiempo de misión en Mérida me encontré con Bernardo Murcio y Juan Dingler [el único sobreviviente jesuita del ERIT]. Y ese fue el primer destello de luz de gratitud de tanto que nos ha dado el estar por acá. La parroquia fue también un espacio de formación para los jesuitas y de detonación de materiales que han hecho mucho bien a la provincia y a la Iglesia. Pienso en Javier Saravia y me viene “El Poblado de la Biblia”, pienso en Guillermo Silva y me viene su taller de “Tigres y gatos”, pienso en Guillermo Ameche y me viene el Catecismo en comunidad”, pienso en el Pollo y me viene “Manejo de sentimientos”, etc.

 

En sus inicios se convirtió en un proyecto profético que Guillermo Silva lo autodescribe así: “ser una comunidad apostólica, una célula viva de la Iglesia que nace del pueblo; un sacramento que anuncie y empiece a vivir la hermandad en una estructura social justa…  Nosotros pensamos que el ERIT es un ejemplo de hermanos viviendo, comiendo, trabajando juntos, qué es lo que Dios quiere. Lo que da sentido a este trabajo y a toda la vida de la Iglesia, es el descubrir que el pueblo humilde se interesa por sí mismo; se aproxima al evangelio escrito para él, y encuentra al Señor Dios verdadero. Este pueblo sencillo a quien se le revelan las profundidades del amor de Dios por el mismo Dios, se vuelca inmediatamente a transformar lo que ve y lo que toca: su propia vida, la vida de los demás, su comunidad, su historia. ”[1]

El ERIT se convirtió en un modelo de pastoral en México no solo por el trabajo de jesuitas con religiosas si no por este modo de estar y compartir el evangelio. Lograron ir sembrando la organización de los ministerios para celebrar la fe y construir la justicia.[2]

 

La parroquia siempre ha sido un lugar para tener una buena experiencia apostólica desde sus inicios hasta nuestros días. La visita de prenovicios, escolares y tercerones a las comunidades deja un buen sabor de boca. Álvaro Quiroz nos comparte un testimonio de un tercerón del tiempo en el que caminó por aquí: “he vivido en esta Parroquia de San José y los Remedios el caminar de la Iglesia que nos ha pedido el Concilio Vaticano II: El caminar, tras las huellas de Jesús, de una Iglesia pobre y humilde, hondamente creyente, comunitaria, participativa y servicial. Una Iglesia en donde los ministerios son servicios y los destinatarios los más necesitados. Una Iglesia en donde una fe y una espiritualidad honda fructifican en el trabajo social que busca un mundo más digno de Dios y de sus hijas e hijos”.

Y Álvaro concluye “Así nos veía ese visitante. Nosotros recibíamos sus apreciaciones con gratitud, como un impulso para empeñarnos más en nuestro amor y nuestro compromiso, pero también con humildad, reconociendo nuestras fallas y sabiendo que siempre estábamos en camino, como Iglesia peregrina.”[3]

 

También Lalo Anaya nos relata en un poema su llegada a la misión cuando estuvo de prenovicio:

 

“Brisa fresca de amor empapada.

Árboles gigantes que abrazan la tierra.

Aves hermosas volando sobre los pantanos.

 

Amigos sencillos que caminan a mi lado.

Aquí se respira un aire puro en el corazón.

No importa que la industria del petróleo haya contaminado los ríos.

Todavía la gente vive con esperanza y trabaja a diario para mejorar su casa.

 

Mucha lluvia.

Agua que moja en menos de un segundo todo mi cuerpo.

Sensaciones nuevas de amor y de paz.

Recuerdos de personas y lugares atrás.

Gracias, Señor, por esta oportunidad de conocer a mis hermanos de Tabasco.”

 

Estas tierras han dado tres bellas vocaciones para la provincia: Leonel, Toño Custodio “el banano” y Hugo.  Los tres como los pochitoques y lagartos duros por fuera sensibles por dentro.

En la parroquia se ha buscado distintas maneras de responder a las necesidades económicas, políticas y sociales: en un principio las cooperativas de pollo y plátano, luego las tiendas comunitarias; un poco más adelante llega la consolidación del comité de derechos humanos CODEHUTAB. Agradecemos a Paco Goitia y Chuche que se metieron duro para consolidar este fruto. Todos estos esfuerzos han hecho una parroquia que se sabe organizar y enfrentar situaciones difíciles como fueron las inundaciones, explosiones y la crisis de seguridad de los últimos años.

 

Celebrar y agradecer estos 50 años de esta parroquia y de tanto bien recibido y desde ahí escuchar a donde nos impulsa el espíritu.

 

 

La situación actual de la parroquia

 

En este momento, la parroquia vive un momento de incertidumbre y de discernimiento. Esto no le ha permitido proyectarse con solidez al futuro y lastima la misión a largo plazo.

 

También ha sido un momento de disminución de jesuitas y de reestructuración de algunas áreas como: lo celebrativo- litúrgico, la vida de comunidad y nuestra incidencia en procesos sociales que se han visto afectados.

 

Se han logrado dar pasos buenos: La estructura de formación en espiritualidad ignaciana en algunos ministerios, la participación de los equipos sociales en la estructura de formación de los sectores, se han renovado algunos ministerios importantes, se sigue teniendo unas finanzas sanas, etcétera…

 

Como comunidad jesuita vivimos la saturación de actividades, en algunas ocasiones respondemos a lo urgente sin escuchar lo importante y esto se ha convertido en un reto cotidiano.

 

El pasado nos lanza nuevos retos en el futuro

 

Ante este pasado bello y el presente en el que estamos, nos vienen seguido este tipo de preguntas que las recibimos como invitaciones del espíritu para seguir construyendo el reino de Dios

  • ¿Cómo seguir siendo un proyecto profético ante esta situación actual?
  • ¿Cómo hacernos cargo de la evangelización con pocos jesuitas[4] y con la crisis religiosa y de transformación social que vivimos? Dado que ésta ya no permite organizar la vida con la misma energía que antes.
  • ¿Cómo vivir la tensión de seguir impulsando la novedad del evangelio y no quedarnos atrapados en la estructura de conservación religiosa?
  • ¿Cómo seguir en el camino de dejarnos moldear, de estar y pasar tiempo con ellos en este camino lento de conversión y escucha del corazón?

 

Celebramos 50 años de luchas, de amor, de búsqueda, de dolor. La parroquia tiene sus cicatrices y sus frutos. Y siento mucho orgullo el que la Compañía de Jesús hemos caminado como compañeros con el pueblo tabasqueño.[5] Y declarar un año jubilar para decirle a Dios GRACIAS POR TANTO BIEN RECIBIDO.

[1] Este enunciado fue tomado de una descripción que hace Guillermo Silva en 1978 sobre que era el ERIT.

[2] https://www.facebook.com/profile/100063547062209/search/?q=Juan%20Dingler Comparto video de Juan Dingler SJ donde describe la historia de sus andares por Tabasco.

[3] Notas tomadas de correo electrónico de Álvaro agradeciendo la invitación al día parroquial.

[4] Esta situación también se ha vivido en años anteriores como Gonzalo Rosas nos relata que en su época 1997 a 1999 donde trabajó con Paco Goytia.

[5] Juan Dingler resalta que una de las cosas más bellas que le dio Tabasco es el ser amigos en la misión.

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