Ejercicios Espirituales

“Los Ejercicios son todo lo mejor que yo en esta vida puedo pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar a sí mismo, como para poder fructificar, ayudar y aprovechar a otros muchos”

(San Ignacio, Monumenta Ignatiana, v.1, p.113).

 

Formulados por Ignacio de Loyola, se trata de una serie de meditaciones y contemplaciones que tienen como objetivo descubrir cuál es la voluntad de Dios para su vida a quien los realice.

Los Ejercicios Espirituales han sido una pieza fundamental en la Espiritualidad Ignaciana y son, sobre todo, una experiencia.

Te invitamos a que los vivas y descubras por ti mismo la riqueza que brota de lo más íntimo de tu persona en el encuentro con Dios, fuente de plenitud y realización humanas.

Los ejercicios ignacianos son un medio para un encuentro íntimo con lo trascendente y con uno mismo, desde los anhelos y deseos más profundos de plenitud humana, liberándonos de aquello que nos limita el crecimiento. (CIE)

¿Por qué hacer estos Ejercicios?

 

El rimo frenético de la vida moderna crea personas llenas de cosas y actividades pero profundamente insatisfechas. Las múltiples actividades ocasionan una dispersión en la persona, dejándola confundida y débil, un sujeto así es incapaz de enfrentar las contrariedades de vida porque esta no está ordenada a su último fin.Ahí está la clave de los Ejercicios: ordenar y enfocar la vida a lo importante, dejando lo efímero y pasajero de lado.

Este método ha probado su eficacia durante cinco siglos y es ahora cuando su ayuda se hace más urgente e indispensable dado el ritmo voraz al que nos somete la vida moderna, empeñada en hacer de nosotros un mero instrumento de producción y consumo.

«Espero que (…) sacerdotes, religiosos y laicos continúen siendo fieles a esta experiencia y le den incremento: hago esta invitación a todos lo que buscan sinceramente la verdad. La escuela de los Ejercicios Espirituales sea siempre un remedio eficaz para el mal del hombre moderno arrastrado por el torbellino de las vicisitudes humanas a vivir fuera de sí, excesivamente absorbido por las cosas exteriores; sea fragua de hombres nuevos, de cristianos auténticos, de apóstoles comprometidos. Es el deseo que confío a la intercesión de la Virgen, la contemplativa por excelencia, la maestra sabia de los Ejercicios Espirituales.» 

(San Juan Pablo II – Ángelus 16/12/79)