100 años de la ordenación sacerdotal del Padre Miguel Agustín Pro, S.J.

Sep 1, 2025 | Noticias

El 30 de agosto de 2025 se cumplieron cien años de la ordenación sacerdotal del Padre Miguel Agustín Pro Juárez, S.J., mártir mexicano recordado por su entrega al pueblo y su testimonio de fe en tiempos de persecución religiosa.

Un camino marcado por la esperanza en medio de las dificultades

Después de su noviciado, la formación del P. Pro no se desarrolló en México, debido al contexto político adverso. Desde 1915 emprendió un recorrido internacional que lo llevó a Estados Unidos, España, Nicaragua y Bélgica, pasando por años de enfermedad y desilusión por el miedo a no poder servir en el apostolado que él soñaba y en donde sentía podía ser útil. Sin embargo, en todo momento cultivó un espíritu alegre y lleno de confianza en Dios.

En marzo de 1925 recibió la noticia de que sería admitido a las órdenes sagradas. Escribió entonces:

“Alégrese conmigo y ayúdeme con sus santos sacrificios y oraciones a dar gracias a Dios por este nuevo favor y alcanzar de Él que me prepare mejor para recibir tan gran Sacramento”

El 30 de agosto de 1925, en Enghien, Bélgica, recibió la ordenación sacerdotal de manos de Mons. Lecomte. Aunque estaba lejos de su familia, describió ese momento como una experiencia de gracia:

“Contra todos mis propósitos, contra lo que yo esperaba de mi naturaleza fría y dura, no pude impedir que el día de la ordenación y al momento de decir con el obispo las palabras de la Consagración, las lágrimas salieron hilo a hilo y que mi corazón dejara de golpe el pecho con saltos inauditos”

Al día siguiente celebró su primera misa en la capilla de San José, en Enghien, donde residía la comunidad jesuita.

Sacerdote al modo de la Compañía de Jesús

El P. Pro vivió profundamente su sacerdocio al modo de la Compañía de Jesús. Aunque su ministerio se desarrolló en tiempos de persecución, supo encarnar un estilo de vida marcado por la confianza en Dios, la creatividad pastoral y la entrega generosa. Algunas de sus características fueron:

  • Experiencia profunda de Dios. Vivió su sacerdocio deseoso de cooperar con Dios en el acompañamiento y provecho del Pueblo en momentos difíciles por la persecución religiosa, impulsado por un conocimiento interno del Señor Jesús, amistad nutrida de la oración, la Eucaristía, el examen y el discernimiento.
  • Un amor profundo y maduro a la Iglesia, a la que sirvió con fidelidad creativa; aun desde la clandestinidad, durante la persecución religiosa, se mantuvo fiel a su vocación y a su ministerio: creó estrategias ingeniosas para desplazarse por la ciudad con libertad, por ejemplo, disfrazarse para pasar desapercibido, poder administrar los sacramentos, acompañar espiritualmente y no dejar sin el consuelo de la fe a quienes más lo necesitaban.
  • Aceptó con buen humor su debilidad física y los riesgos de su ministerio, que no le impidieron experimentar la Presencia y Compañía de Dios, siendo esta fortaleza la que lo movía a hacer uso de los dones recibidos, en cada momento, y entregarse de manera solidaria con los más pequeños.
  • Empático y abierto a la diversidad de realidades y culturas, siendo flexible para tratar con las personas de diferente origen social y étnico.
  • Vivía con sencillez su ser religioso en la Compañía, haciéndose disponible para la misión, sin deseo de sobresalir de entre los demás y sin aferrarse a lugares o comodidades.
  • Apasionado por la justicia; se comprometió con los pobres y los marginados; trabajando para que se hiciera realidad el sueño de Dios en la Tierra: que toda persona viva con dignidad.

 

Así, el Padre Miguel Agustín Pro vivió su vocación a la Compañia de Jesús y al sacerdocio desde un amor y entrega profunda al modo de Jesús, como invita San Ignacio de Loyola en los Ejercicios, desde la Tercer Grado de Humildad, y como muestra de ello, murió perdonando a sus verdugos y gritando «¡Viva Cristo Rey!»

Una celebración en el corazón de México

Un siglo después, su legado sigue vivo. En la Parroquia de la Sagrada Familia, en la colonia Roma de la Ciudad de México —donde descansan sus restos—, se llevó a cabo un triduo conmemorativo que reunió a familiares, jesuitas y laicos.

  • 29 de agosto: Charla “Familia y vocación sacerdotal”, a cargo del P. Humberto José Pro de la Torre, sobrino-nieto del mártir.
  • 30 de agosto: Charla “Ser jesuita en la actualidad”, con el equipo de Vocaciones Jesuitas México.
  • 31 de agosto: Misa solemne presidida por Mons. Francisco Javier Acero, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México.

Con la misma esperanza que animó al Padre Pro, la celebración recordó que su vida fue un testimonio radical de amor a Cristo y al pueblo de México, uniendo su vocación sacerdotal con la defensa de la fe y la promoción de la justicia.