Nuestra Misión

Nacimos de un grupo de universitarios en París. Entre los primeros compañeros están San Ignacio de Loyola, San Pedro Fabro y San Francisco Xavier. 

Encontramos nuestra identidad no solos, sino en compañía: en compañía con el Señor, por ello somos Compañeros de Jesús. Él es la imagen que está en el corazón mismo de la existencia de cada jesuita.

Somos “Hombres de Frontera”, dispuestos a estar en aquellos lugares donde hay situaciones de injusticia, donde otros no pueden o no quieren estar, donde el Papa nos envía a misión, donde se puede hacer un bien más universal.

Los jesuitas -sacerdotes, hermanos y miembros en formación- que compartimos la misma misión, buscamos vivir al modo de los primeros compañeros, en continuo discernimiento para responder de mejor manera a las necesidades y clamores de nuestro mundo, al desafío de la cruz.

Los jesuitas contemplamos la realidad con los ojos de la fe» por esto percibimos que Dios actúa en el mundo. «Reconocemos las huellas del trabajo de Dios, del gran ministerio de reconciliación que Dios ha comenzado en Cristo, y que se realiza en el Reino de justicia, paz e integridad de la creación.» Este mismo ministerio de reconciliación lo asumimos desde la fe y la justicia, la solidaridad con los pobres y excluidos, en diálogo con las culturas y las religiones. Mediante nuestros votos de pobreza, castidad y obediencia, servimos a la Iglesia, puestos a las órdenes del Papa, que nos hace disponibles para la misión a la Mayor Gloria de Dios (AMDG).

Siguiendo a Jesús, nos sentimos llamados no sólo a llevar ayuda directa a la gente que sufre, sino también a restaurar a las personas en su integridad, reincorporándolas a la comunidad y reconciliándolas  consigo mismas, con las demás personas, con Dios y con la Creación. Ello exige un compromiso a largo plazo, ya sea en la educación de los jóvenes, en el acompañamiento espiritual de los Ejercicios Espirituales, en el trabajo intelectual o en el servicio a migrantes y refugiados.

Esta es la manera como intentamos ofrecernos totalmente a Dios, para su servicio, ayudados por la gracia y desplegando todas las competencias profesionales que tengamos.